domingo, 25 de abril de 2010

Primera actividad

Disparador:

¿Cómo sería el encuentro de un humano con uno de estos monstruos, o con un grupo de ellos, ya que hablamos de grupos este mes, en un contexto moderno y cotidiano? ¿Cuáles serían las consecuencias?

recuerden que se puede desarrollar en el formato que se prefiera y que esta parte del seminario no es obligatoria como sí lo es la asistencia.

9 comentarios:

Unknown dijo...

Interesante propuesta. Voy a ver si me inspiro y ya me largo a escribir. Cualquier cosa, me pegaré una pasada por el Taller presencial. Saludos!
Ignacio Cerbino

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Ferny Kosiak dijo...

Jorge, lo podés llevar el lunes al taller??? ya que vos sos de los asiduos allá, me parece que estaría bueno trabajarlo en persona, abrazo!!!!!

Anónimo dijo...

ok, lo llevo... nos vemos...

Angie dijo...

Bueno, como hizo Jorge, dejo lo que escribí acá: (en partes tmb)





Diez de la noche, la nube de humo en del bar se hacía cada vez más densa y Martín no llegaba.
Pedí otra botella de vino, y al volver mi cabeza a la ventana lo ví acercarse por la vereda humedecida por la reciente lluvia.
Martín entró al bar sacudiéndose algo de barro de sus patas cabrunas. Nuestras miradas se encontraron y se acercó a mi mesa con su andar mitológico.
- Perdón por la tardanza, sabía que era urgente, pero me detuvieron unas cosas en el camino…
- Umm... -insinué una idea pecaminosa.
- ¡Ni siquiera pensarlo! -me respondió inclinándose hacia atrás en un gesto de indignación- No quiero perder mi libertad condicional nuevamente.
- Me parece bien –recuerdo que le dije sirviéndole una copa de vino.
Se sacó su gorra, la colocó a un lado y con sus manos sobre la mesa se dispuso a interrogarme.
- Muy bien, querida, te escucho. ¿Cuál es el problema que te aqueja? ¿Por qué tanta insistencia en encontrarnos?
Sonreí, y el escalofrío me recorrió, como cada vez que me atrevía a pensar en mi más reciente problema.
- Estoy enamorada, Martín.
Las palabras rasparon mi garganta y quedaron suspendidas en la nube de humo.
Martín se tomó un minuto de silencio para sopesarlas.
- OK – dijo finalmente- ¿y por qué eso representa un problema? Digo, en mi caso lo sería, porque of cuorse un sátiro no puede enamorarse, pero…
- Pero estoy enamorada de un “Mito” – le solté en la cara.
Martín abrió inmensamente sus hermosos ojos de cabra humana, y se hundió en el silencio. Siempre esperé que reaccionara así.
Hacía ya un tiempo que nos habían impuesto esto del miedo, del terror. Si mal no recuerdo creo que fue desde que ellos decidieron aparecer, emerger del centro de la tierra donde se habían escondido durante tanto tiempo.
Nosotros, los seres humanos, tan acostumbrados a la superioridad física y racional de nuestra especie, no pudimos aceptar a estos semidioses. Comenzó así una época oscura de la historia de la Humanidad: persecuciones, cazas organizadas, asesinatos a sangre fría.

Angie dijo...

(continua) Hoy, tres décadas después, hemos conseguido un poco de igualdad.
Sin embargo, está terminantemente prohibida (y severamente castigada) la unión física o amorosa de un “Mito” (así se designa a la clase mitológica) y un Humano. Mi amigo Martín había sido testigo de la rigidez de estas leyes cuando estuvo preso dos años por besar a una señorita de alta alcurnia, por eso entendí al instante su silencio frente a la situación que le estaba planteando.
Tomó su copa y bebió un sorbo.
Finalmente levantó la cabeza y me clavó su mirada, ví en sus ojos un gran dolor y mucha preocupación.
- ¿De qué tipo?
- Un centauro –le contesté, y otra vez sentí el escalofrío.
- ¿Quién más lo sabe? –interrogó como un oficial de control, tal y como lo hago yo cuando estoy de guardia.
- Él y nadie más.
- ¿Se están “viendo”? –por primera vez sus ojos no reflejaban la picardía natural que surgía de su interior al hablar de sexo.
- No, él tiene el microchip, se lo coloqué yo misma hace un año en una redada contra los centauros –inevitablemente me avergonzaba de mí misma, y Martín lo sabía.
- ¿Y qué piensa hacer, Oficial? –percibo la ironía y eso me hace peor.
- Extraerle el microchip, pedir la baja de la fuerza, asaltar un banco y huir.
- ¿Tengo que aplaudir? Tu plan es malísimo, amiga…
No necesitaba que Martín me lo dijera, lo sabía desde el principio, pero en estos casos, cualquier plan sería malísimo.
- ¿Y qué proponés, Martín?
- Si le sacas el chip puede morir, es fácil ponerlo, pero extraerlo es otra historia. Si pedís la baja, levantás sospechas. ¿Robar un banco? ¿Acaso esto es en serio? –me disparó revoleando los ojos- Huir es lo único acertado. Y yo puedo recomendarte un lugar.
De golpe me sentí feliz, sabía que Martín iba a ayudarme, él nunca había perdido del todo el contacto con las autoridades “Mito”. Podía ayudarme a huir hacia el lugar donde aún vivían los semidioses, con sus reglas, con las libertades y la heterogeneidad propia de su mundo.
Tomé sin más el papel que Martín me extendía, tenía la certeza de que era el principio de una vida perfecta.
Realmente me sentía feliz.




Todavía recuerdo esa felicidad, aún ahora, en este momento tan difícil.
¿Cómo iba a imaginar que el sátiro estaba engañándome? ¿Quién iba a pensar que cada oficial de control tenía un “mito” tentándolo todo el tiempo, un “mito” que actuaba como servicio de inteligencia? Traidores. Todos.
Mi amante centauro fue asesinado…
Pero todavía recuerdo la felicidad de ese día, aún ahora, cuando al pie del patíbulo espero mi turno para morir.

Angie dijo...

Soy Angie, por las dudas ^^
Besoss

Isabel dijo...

En latín, Centaurus. Es una constelación austral, una de las más extensas del cielo, situada entre el polo y el ecuador. Está formada por unas 150 estrellas visibles a simple vista, entre las que destacan Rigi, Agena y Proxima (la más cercana a la Tierra).

Durante años intenté interpretarlo, pero solo mi propia fantasía se plasmo en mi mente.
Muy bueno el taller y los aportes
saludos
isabel abril