Victoria Regia
Otra traducción realizada por una compañera de este seminario, Graciela Terzaghi. Muchas gracias por el aporte.
La mayor lilácea acuática del mundo es la Victória Régia, nativa de la cuenca del Río Amazonas.
Sus hojas arredondas llegan a los 2 m. de diámetro y poseen los bordes marcados y levantados.
La Victoria Régia, flota graciosamente en las aguas y puede sostener el peso correspondiente al de un conejo adulto. Quando florece, sus pétalos son blancos o levemente rosados, con bordes verdosos.
Hace muchos años, en las márgenes del majestuoso Río Amazonas, en los igarapés, las jóvenes y bellas indias de una tribu se reunian para cantar y soñar sus sueños de amor. Ellas se quedaban por largo rato admirando la belleza de la blanca luna y el misterio de las estrellas, soñando en ser una de ellas, algún día…
Mientras el aroma de la noche tropical adornaba aquellos sueños, la luna emanaba una luz intensa en las aguas, haciendo que Naia (la más joven y soñadora de todas), trepar un árbol alto para tratar de tocar a la luna. Ella no tuvo éxito. Al día siguiente, ella y sus amigas subieron las montañas distantes para sentir con sus manos la suavidad de la luna, pero fallaron nuevamente.
Quando ellas llegaron allí, la luna estaba tan alta que todas volvieron desilusionadas a su aldea.
Ellas creían que si pudiesen tocar la luna o acaso las estrellas, ellas se transformarían en una de ellas. A la noche siguiente, Naia dejó la aldea esperando poder realizar su sueño. Tomó el camino que va hacia el río, para encontrar a la luna en las negras aguas.
Allá, inmensa y resplandeciente, la luna descansaba calmamente reflejando su imagen en la superficie del agua. Naia, en su inocencia, pensó que la luna había venido a bañarse en el río y permitir ser tocada. Naia se zambulló en las profundidades de las aguas y desapareció para siempre.
La luna, sintiendo pena de aquella vida tan joven que se había perdido, la transformó en una flor gigante – la Victoria Régia- con un encantador perfume y pétalos que se abren en las aguas, para recibir en toda su superficie, la luz de la luna.