
31- El ácaro uruguayo
Cuando en 1917 Horacio Quiroga publicó el libro Cuentos de amor, de locura y de muerte, entre los cuales estaba el cuento El almohadón de plumas, creó un nuevo monstruo. El cuento termina diciendo:
“Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.”
Al tomar al minúsculo arácnido y llevarlo a dimensiones imposibles lo transforma en insecto fantástico. Al situarlo en un contexto tan doméstico y en un objeto de uso cotidiano lo vuelve monstruosísimo.