domingo, 4 de septiembre de 2011

Mes 7- Plantas que nacen de humanos

El maíz

Los “participantes” de este mes, aunque sean plantas, los incluimos en la categoría de zoología fantástica porque tienen sus orígenes en los cuerpos humanos o por las acciones de estos o alguna característica que les permite incluirse.

Silvia Rodríguez Paz, autora de Leyendas, palabras y letras entrerrianas menciona la leyenda del maíz. En lengua guaraní maíz se dice avatí. “Dos cazadores amigos protegidos por Ñandé Yará (Nuestro Señor, Tupá) quien les envió un guerrero para que lucharan, lo mataran y, del lugar donde estuviera enterrado habría de brotar una planta que sería alimento de generaciones sucesivas. (…) por la noche fue sepultado con desprolijidad tal, que su nariz quedó afuera de la tierra. De allí brotó una planta que fue llamada avatí, que significa precisamente “nariz del indio”.”

8 comentarios:

Ferny Kosiak dijo...

Felicitaciones y gracias a los que siguen firmes en el seminario, como se suele decir: ¡pocos pero buenos! Algunos ya han mandado trabajos para la revista de este año que hemos corregido y todo, a los demás los animamos a que se animen. Un abrazo.

Anónimo dijo...

leyenda del avati (Fragmento del libro de Mitologìa Guarani de Jorge Montesino)

Acosados por el hambre caminan por la llanura desierta dos grandes columnas de indios. Buscan mejores tierras donde asentarse. Buscan la salvación.

Muchas penurias han tenido que enfrentar en este tiempo. La sequía se ha comido todo.

Primero se tomó toda el agua de los ríos y arroyos.

Después se comió las frutas de los árboles.

Más tarde se comió toda la hierba verde.

Los animales comenzaron a morir por decenas.

Al fin, Tupi y Avati decidieron marcharse de aquellas zonas en las que vivían. Lo hicieron juntos, para marchar con más fuerza. Unieron las tribus y comenzaron la búsqueda de mejores horizontes. Pero la búsqueda ha resultado, hasta el momento, infructuosa. Nada más que pastos quemados, árboles secos y animales muertos han hallado en el camino...

Apenas un hilo de agua cada tanto o un charco sucio donde algunos calman la sed. Los indios que mueren van quedando en el camino. Ya no se preocupan ni de sus muertos.

Una noche que puede ser esta que estamos viendo ahora, Avati subió a un cerro cercano al campamento que habían levantado y pidió a Tupã que les ayudara en su camino.

“Oh sagrado padre, tú que siempre has guiado nuestros pasos, llévanos hasta las buenas tierras, danos la oportunidad de juntar nuestras fuerzas y ganarnos el sustento”, clamaba Avati en la cumbre cuando de pronto apareció ante él un guerrero lujosamente ataviado, alto y fuerte. Su voz era respetuosa pero amenazante:

“Soy mensajero de Tupã”, dijo el guerrero, “y vengo a decirte que para obtener el alimento que tanto necesitan deberán luchar en mi contra y vencerme. Ese es el deseo de Tupã”. Avatí, aún con las fuerzas reducidas por el peregrinar, bajó hasta el campamento y transmitió lo sucedido a Tupi.

A pesar de no entender el sentido de semejante propuesta, los jefes deciden luchar contra el guerrero enviado de Tupã.

“Del otro lado del cerro”, indicó el enviado cuando estuvieron listos.

La lucha fue sin cuartel.

Toda la noche rodaron por la seca tierra una y otra vez los caciques y el enviado. Una y otra vez se cayeron y se levantaron hasta que el enviado acertó con su ita mara en la cabeza de Avati y éste cayó muerto, aprovechó entonces la ocasión Tupi y terminó con el enviado clavándole una lanza en el corazón. Entonces Tupi pudo observar el milagro. El enviado como si nunca hubiera existido, despareció y del sitio en el que cayera Avati, se levantó una planta verde y espigada que maduró rápidamente dando unos frutos como mazorka.

Allí, antes sus ojos, creció de una vez el maíz que sirvió de alimento a todo su pueblo. La peregrinación cesó pues a la mañana siguiente la lluvia se descargó sobre aquel sitio y las plantas de avati se reprodujeron rápidamente calmando el hambre de aquellos aborígenes.

El libro completo: http://redparaguaya.com/Libros/Montesino/MitologiaMontesino/

Guris, Juan.

Anónimo dijo...

El choclo
Letra: Enrique Santos Discepolo
Música: Ángel Villoldo.

Con este tango que es burlón y compadrito
se ató dos alas la ambición de mi suburbio;
con este tango nació el tango, y como un grito
salió del sórdido barrial buscando el cielo;
conjuro extraño de un amor hecho cadencia
que abrió caminos sin más ley que la esperanza,
mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia
llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.

Por tu milagro de notas agoreras
nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas,
luna de charcos, canyengue en las caderas
y un ansia fiera en la manera de querer...

Al evocarte, tango querido,
siento que tiemblan las baldosas de un bailongo
y oigo el rezongo de mi pasado...
Hoy, que no tengo más a mi madre,
siento que llega en punta 'e pie para besarme
cuando tu canto nace al son de un bandoneón.

Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera
y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina.
Triste compadre del gavión y de la mina
y hasta comadre del bacán y la pebeta.
Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
se hicieron voces al nacer con tu destino...
¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo,
que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón.

Juan.

Anónimo dijo...

Comparto una leyenda azteca, sobre el maíz:
Cuentan que antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas sólo comían raíces y animales que cazaban.

No tenían maíz, pues este cereal tan alimenticio para ellos, estaba escondido detrás de las montañas.

Los antiguos dioses intentaron separar las montañas con su colosal fuerza pero no lo lograron.

Los aztecas fueron a plantearle este problema a Quetzalcóatl.

-Yo se los traeré- les respondió el dios.

Quetzalcóatl, el poderoso dios, no se esforzó en vano en separar las montañas con su fuerza, sino que empleó su astucia.

Se transformó en una hormiga negra y acompañado de una hormiga roja, marchó a las montañas.

El camino estuvo lleno de dificultades, pero Quetzalcóatl las superó, pensando solamente en su pueblo y sus necesidades de alimentación. Hizo grandes esfuerzos y no se dio por vencido ante el cansancio y las dificultades.

Quetzalcóatl llegó hasta donde estaba el maíz, y como estaba trasformado en hormiga, tomó un grano maduro entre sus mandíbulas y emprendió el regreso. Al llegar entregó el prometido grano de maíz a los hambrientos indígenas.

Los aztecas plantaron la semilla. Obtuvieron así el maíz que desde entonces sembraron y cosecharon.

El preciado grano, aumentó sus riquezas, y se volvieron más fuertes, construyeron ciudades, palacios, templos...Y desde entonces vivieron felices.

Y a partir de ese momento, los aztecas veneraron al generoso Quetzalcóatl, el dios amigo de los hombres, el dios que les trajo el maíz.
Fuente: http://www.redmexicana.com/leyendas/laleyendadelmaiz.asp
Silvana F.

Anónimo dijo...

El maíz, una de las plantas americanas símbolo de las culturas aborígenes, forma parte de muchos mitos y leyendas. Por ejemplo, los mayas en su libro sagrado el Popol Vuh, explican el origen del hombre a través de una masa de maíz blanco o maíz amarillo. Transcribo un fragmento:
"He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre.
Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: "Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra." Así dijeron.
Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y, discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar la carne del hombre.
Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores.
De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas.
Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida: Yac Yac [el gato de monte] Utiú [el coyote], Quel [una cotorra vulgarmente llamada chocoyo] y Hoh [eh cuervo]. Estos cuatro animales les dieron la noticia de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil y les enseñaron el camino de Paxil.
Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo, la sangre del hombre. Así entró el maíz [en la formación del hombre] por obra de los Progenitores.
Fuente: http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/literaturaaborigen/elhombre.asp
Daniela G.

LSM dijo...

Comparto un fragmento del POPOL VUH
De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne;
de masa de maíz se hicieron los brazos
y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz
entró en la carne de nuestros padres,
los cuatro hombres que fueron creados.

Marta Alicia Pereyra Buffaz dijo...

Leyenda cordobesa del Maíz

Leyenda de la provincia de Córdoba. La del maíz, es una de las leyendas que más versiones tiene y casi todas hacen referencia al amor de dos jóvenes indiecitos.

Anaya era un joven y hermoso guerrero, que en vez de cuidar de su gente que luchaba en la guerra defendiendo lo que les pertenecía, pasaba sus días entregado a los placeres mundanales. Su belleza y atractivo masculino le daban buenos dividendos a la hora de las conquistas ... Pero como le pasa a todos, un día el amor golpeó a la puerta del joven y esta vez Anaya se enamoró de verdad de la hija de uno de los jefes guerreros.

Dispuesto a conquistarla, comenzó a hacer buena letra, dejo sus hábitos licenciosos y se entregó por entero a la tarea de obtener el amor de la muchacha. Conocedora de los antecedentes y la vanidad del enamorado, la joven lo despreció cuantas veces pudo y rechazó todos sus pedidos de amor ...

Quien fuera un valiente y heroico guerrero en las batallas, no soportó el dolor de su corazón, por la derrota en el campo del amor. Un día en que la joven pasó a su lado, Anaya sacó un puñal y poniéndose frente a ella para que lo viera bien, se suicidó clavándoselo en el medio del corazón. Inmediatamente cayó al suelo. Al verlo, la muchacha corrió presurosa para ayudarlo pero ya era tarde. El joven y valiente guerrero había muerto.

De su pecho ensangrentado brotó una hermosa planta ... la planta del maíz.

http://argentinamisteriosa.totalh.com/maiz.htm

Buen fin de semana, internautas.

Marta Alicia Pereyra Buffaz dijo...

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