lunes, 11 de julio de 2011

Mes 4- Reptiles
























Tláloc

El dios Tláloc pertenece a la religión náhuatl-culhua, ubicados en la región donde hoy se encuentra México. Era, y es, el dios del agua terrestre y del agua celestial y se lo representaba con una máscara compuesta por dos serpientes entrelazadas, cuyos colmillos eran los del dios. Doris Heyden dice que “que la serpiente es una criatura que simboliza tanto el agua como la tierra. Estos elementos, agua y tierra, son típicos también de las deidades acuáticas, ya que ambos son interdependientes” y que las serpientes “pudiera ser una estilización de la cascabel, por los dos colmillos puntiagudos y por el cascabel o flor que lleva en la cola.”

Molina aclara que Tláloc era apelado consistentemente como Tlamacazqui, epíteto relacionado con la capacidad y función de otorgar agua y alimento. Los nahuas prehispánicos pensaban que la lluvia procedía de las aguas almacenadas en el interior de las grandes montañas, de donde pasaba a las nubes en forma de lágrimas celestiales. Es por ello que en las fiestas dedicadas a Tláloc en el mes llamado Atlacahualo, el primero del año para ellos y correspondiente en términos generales a febrero, se sacrificaban niños en las cumbres de los montes y se creía que entre más lloraran, más lluvia acarrearían sus lágrimas. Al decir que aún es el dios de la lluvia tomo el trabajo de Francisco Castro Pérez en el cual habla de cómo el culto aún tiene vigencia hoy en día y de cómo los campesinos indígenas pelearon con los representantes del Museo Nacional de Antropología e Historia de la ciudad de México para conservar su estatua del dios en la región. Castro Pérez dice “la creencia de los campesinos indígenas (…) se mantiene viva y palpitante demostrando la dureza del núcleo cultural mesoamericano, la longevidad de la cosmovisión prehispánica.”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Comparto un poema de la Épica NÁHUATL, relacionado con TLÁLOC, el Dios del Agua:

"El Dios TLÁLOC residía en un Gran Palacio, con Cuatro Aposentos, y en medio de la Casa había un patio, con cuatro enormes barreños llenos de agua".

"El primero, es el del agua que llueve a su tiempo y fecundiza la tierra para que de buenos frutos".

"El segundo, es el del agua que hace anublarse las mieses y hacer perderse los frutos".

"El tercero, es el del agua que hace helar y secar las plantas"...

"El Cuarto, es el del agua que produce sequía y esterilidad"...

"Tiene el Dios a su servicio muchos ministros, -los Elementales del Agua- pequeños de cuerpo, los cuales moran en cada uno de los aposentos, cada uno según su color; pues son azules como el cielo, blancos, amarillos o rojos"...

"Ellos con grandes regaderas y con palos en las manos van a regar sobre la tierra, cuando el supremo Dios de la lluvia ordena"...

"Y cuando truena, es que resquebrajan su cántaro, y si algún rayo cae, es que un fragmento de la vasija rota viene sobre la tierra"...
Fuente: http://samaelgnosis.net/revista/ser26/capitulo_03.htm

Hasta la próxima semana... Silvana F.

Marta Alicia Pereyra Buffaz dijo...

TLÁLOC
Etimología:
La voz Tláloc deriva de tlālli, que significa 'tierra' y octli, que significa 'néctar' o 'pulque'. En realidad la traducción literal sería 'néctar de la tierra', y se refiere al momento en que la lluvia penetra la tierra y forma parte de ella. Éste es el dios de las aguas que llegan del cielo, pero no de las aguas que ya están en la tierra, como pueden ser los ríos. Para los ríos y lagos está la diosa Chalchiuhtlicue, que significa 'falda de jade'. También ella es la esposa de Tláloc.


El dios y sus representaciones:
Este dios fue uno de los más importantes en el altiplano de México, uno de los más representados y quizás también uno de los de mayor antigüedad del panteón de Mesoamérica. Aparece representado desde la época teotihuacana. Se le manifestaba siempre con unos atributos característicos:
-Anteojeras formadas por unas serpientes que se entrelazaban y cuyos colmillos acababan siendo las fauces del dios.
-Una especie de bigotera que no era otra cosa que su labio superior. Se cree que este gran labio era el símbolo de la entrada en la cueva que comunica con el inframundo y que deriva de la boca de las figuras olmecas.
-La cara estaba casi siempre pintada de color negro o azul, más veces de color verde, para imitar los visos que hace el agua.
-Llevaba en la mano una especie de estandarte de oro, largo y con forma de culebra, terminado en punta aguda; era para representar los relámpagos y los truenos que acompañan a veces al agua de lluvia.
-En los dibujos de los códices puede verse que sus vestidos tienen pintados unas manchas que son el símbolo de las gotas de agua.

Tláloc está compuesto en sus representaciones por los tlaloques o dioses de los 4 rumbos. Cada uno de ellos manejaba y era el responsable de una vasija colocada en un rumbo. Cada vasija proporcionaba una lluvia diferente.

El paraíso de Tláloc:
El lugar conocido como el paraíso de Tláloc se llama Tlalocan y está situado en la región oriental del Universo. De este lugar procedía el agua beneficiosa y necesaria para la vida en la tierra. Las personas que morían ahogadas o por hidropesía iban a morar a este paraíso. También acogía a los que morían de la enfermedad de la lepra. Se trata de un enclave placentero, donde pueden verse toda clase de árboles frutales, así como maíz, chía (semilla de una especie de salvia que se usa en México como refresco), frijoles y más productos. La vida allí era enteramente feliz. Conocemos la descripción de esta morada del dios gracias a los escritos hechos por el padre Bernardino de Sahagún y otros personajes, que lo oyeron de boca de los indígenas. Algunos siglos después, se descubrió en Teotihuacan un mural en que se veía representada punto por punto esta descripción. Así se pudo conocer de manera gráfica lo que ya se conocía a través de lo escrito.

http://es.wikipedia.org/wiki/Tl%C3%A1loc

Saludos a todos.

Anónimo dijo...

En relación con este dios de la lluvia encontré esta información que me pareció valía la pena compartir con ustedes: en distintos sitios arqueológicos, que abarcan desde el Preclásico hasta la conquista española, se han encontrado ollas Tláloc enterradas en muchas ofrendas. Algunas de esas ollas estaban llenas de piedras de jade que simbolizan el agua. A menudo, la posición acostada de esos recipientes parece aludir a la actuación de los tlaloque, que vertían con estas ollas el vital líquido sobre la Tierra-
Saludos
Daniela G
ALU

LSM dijo...

Buenas, comparto este cuento ("El corazón de Tlaloc"):

El charquito quería ser arroyo... pero se estaba secando. Todas las tardes un niño iba a visitarlo y se entristecía porque sus aguas estaban casi secas. Esto era doloroso para él porque el charquito era el único juguete del niño, y el niño era el único amigo del charquito.

“No dejes que me seque”, le decía el charquito a su amigo.

A los pocos días volvió a hablarle a su amigo:

“Quiero ser arroyo... pero me estoy secando”.

El niño, que estaba sentado en una piedra, se soltó a llorar. Y sucedió que el corazón de la piedra se ablandó y decidió ayudar a los dos amigos. Al rato, tanto el niño como el charquito oyeron un rumor ronco, como de gran aguacero.


“¡Rrruuunnn, ruuunnn, rrruuunntiaaac... rrruuuncataplac... tlac…”

Hacía el ruido grande que salía de la piedra y que comenzó a crecer, tlac, y seguía creciendo, tlac, muy alto, tlac, se estiraba, tlac, tlac, se empinaba y llegó altísimo. Allá arriba habló a las nubes con voz ronca:

“El charquito quiere ser arroyo y el niño quiere jugar en él a la canoa”.

Pero las nubes contestaron:

“Nosotras no podemos hacer nada”.

“¿Cómo que no pueden hacer nada? Ahora mismo dejen que la lluvia caiga sobre el charquito”.

La piedra, que ya estaba tan grandota, se había vuelto un peñasco, estaba muy enojada, y como las nubes la vieron tan furiosa, abrieron rápidamente sus cortinas y salió la lluvia que cayó sobre el charquito.
El niño, con una pala abrió un camino y el agua del charquito comenzó a correr y se volvió arroyo.

Pero las nubes, que eran muy envidiosas, sintieron coraje de verlos a todos tan felices. Por eso empujaron el agua para arriba y la escondieron alto, arriba del cielo, cuando el arroyo se dio cuenta que la lluvia no caía, preocupado habló con las mujeres: “Quisiera ser río… pero mis aguas se están secando”.

Todos fueron a otro río y trajeron cántaros con agua, jícaras con agua, pero de todas maneras era muy poquita; lloraron y lloraron las mujeres. El corazón de la piedra se ablandó de nuevo, y el peñasco se dirigió a las nubes, más furioso que antes: “¿Dónde escondieron el agua? ¡Tráiganla y échenla al arroyo!”

Las nubes hablaron bajito entre ellas y se aconsejaron:

“Tomemos toda el agua, bebámonos la lluvia”.

Se hicieron enormemente gordas de tanta agua que tomaron, y el peñasco les pregunto:

“¿Por qué están tan gordas? ¿Qué bebieron?”

Las nubes se pusieron a temblar y el peñasco les dio un cabezazo y las hizo reventar. El agua cayó sobre el arroyo, que comenzó a crecer y se volvió un hermoso río adonde iban a pescar los hombres.

Pero el río quería crecer y crecer para que sus aguas tocaran tierras lejanas. Por eso dijo:

“Quiero ser mar... pero me estoy secando”.

Todos se apenaron mucho y lloraron. El peñasco se compadeció de nuevo del dolor de los hombres y... ¡tlac!, abrió su cuerpo para que todos vieran su corazón, que era una lágrima grandota. Del corazón de la piedra comenzó a salir agua a borbotones. El río creció para todos lados y se hizo ancho y se volvió mar. La gente iba a pasear por sus playas y los niños nadaban en sus orillas. El amigo del charquito, que ya era un muchacho, hizo una canoa y se fue con su novia a navegar para conocer mundo.
Pero antes de irse, fueron a despedirse del peñasco y le hablaron, se abrazaron a él y lo llamaron TIáloc por el ruido que hacía su corazón al ablandarse. Y TIáloc es charquito, y Tláloc es arroyo, y TIáloc es río, y Tláloc es mar... y aunque sea de piedra, se ablanda porque su corazón es una lágrima grandota.